jueves, 11 de marzo de 2010

Vida en rompecabezas

Rompecabezas**

A veces parece que caminamos sin ningún sentido, es como si las piezas del rompecabezas, jamás se unieran. Movemos piezas al azar, unimos recuerdos, pero nada delimita una línea recta. Nada conforma una figura clara.
Entonces parece que perdemos un poco la calma y el sentido. Nada es claro ni preciso
Pero en realidad, nada es al azar, ya no creo en las casualidades. Cada movimiento de piezas tiene una significación, un fin, un porqué. Que no vemos claro, que no entendemos, que a veces nos es difícil comprender.
Pero de a poco las piezas pueden unirse, comienzan a tomar formas imprecisas, inciertas, poco definidas, pero son las primeras instancias.
No es complicado entender la vida como un juego de rompecabezas de a poco hacemos movimientos, cambiamos de lugar, desechamos, buscamos nuevas piezas, pero vamos construyendo un orden.
Cada persona que aparece en nuestras vidas, cada consejo, cada delirio, cada renglón de un libro que leemos, cada viaje, cada dolor, cada pena, cada pelea., cada grito.
Todo aporta al armado de nuestro propio rompecabezas, encontramos una respuesta en nuestras risas, en nuestros llantos, en las decisiones acertadas o en las erradas. En nuestros errores más terribles o en las equivocaciones más simples. En los misterios, en nuestros miedos, en cada perdida, en cada encuentro.
Y ni siquiera se trata de hacer los movimientos correctos y acertados, simplemente es mover las piezas, buscar, cambiar de lugar, porque nada, absolutamente nada carece de un fin.
Aunque a veces pareciera que estamos perdidos, que las salidas se cierran, creo, con esperanzadora ilusión, que en realidad estamos en el lugar preciso, con las personas correctas, con las desiciones exactas, porque todo aporta, todo genera, todo construye, alimenta a nuestra vida en rompecabezas, a este mundo incierto que construimos día a día.

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