martes, 3 de marzo de 2009

LA BURBUJA

Sonoras capas de detergente y agua comenzaban a formar un círculo perfecto. Otras morían en el intento. Caían, suicidándose y generando un sonido sordo, casi tan imperceptible, como aquel que emitían aquellas gotas que eran absorbidas por la gran circunferencia.

Conversaciones lúdicas, silencios, miradas, palabras dibujándose en la historia. Hilos de conversaciones finitas que divagan y conforman un verso. Sonidos perdidos, enfundados. Banales misterios.

La circunferencia aumenta su tamaño, devora el ambiente, lo vuelve ajeno, transparente, redondo.

Ernesto y Alma hablan de sus gustos personales, de sus miedos más humanos, más viscerales, más cristalinos. Alienados por el flujo de la charla, perdidos en horizontes transparentes .Inconscientes, aún, de la capa de detergente en la que se sumergen.

Diagonales historias que se cruzan, versos que se hilan.
Mínimas vidas que confluyen en un único punto y un presente fugaz.

El vaivén de las gotitas de detergente va conformando un círculo perfecto, homogéneo, brillante, inhumano.
La circunferencia se va achicando, aunando. Pequeñas gotas, se estrellan, se juntan. Inmensidad de jabón.

Sumergidos en la gran burbuja que se conforma a su alrededor, se pierden, se humectan en gotas espumosas, se advierten, se busca.
Se encuentran y entrecruzan sus subjetividades.

No hay escapatoria, el anillo es único, inquebrantable, perfecto.

Y tan sólo es agua, dos almas, dos cafés, un cigarrillo, un verso, una mirada.

Imperturbable burbuja.

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