El rito del mate...
¿Vos sabés de que hablo?
Una simple infusión, con un sabor inconfundible, que, incluso,
si uno lo degusta seriamente,
encuentra que no es rico.
Tampoco feo: es sólo mate.
Pero aquí el quid del asunto. Hacete el distraído, te develará una gran verdad: el sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores:
Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena; la charla, no el mate.
Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar: vos hablás que yo tomo y viceversa.
Es la sinceridad para decir bien; basta, cambiá la yerba!
Es el compañerismo hecho momento.
Es la sensibilidad al agua hirviendo.
Es el cariño para preguntar, está caliente, no?
Es la modestia de quien ceba el mejor mate.
Es la generosidad de dar hasta el final.
Es la hospitalidad de la invitación, ya sea la alfombra de tela o de pasto.
Es la justicia de uno por uno.
Es la obligación de decir gracias, al menos una vez al día.
Es la actitud ética, franca, leal de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir un mate que, querido amigo, ahora vos sabés, no es sólo un mate...
¿Cuándo tomamos unos mates?
1 comentario:
Me gustó esta entrada, más poética? q ñas amteropres--- además tenés razón solo faltó el mate para pasar el trago mas amargo todavia de los tps, sin mates qué haríamos!!! beso Lum....
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